Tensión Sexual No Resuelta

No sabes cómo, ni por qué, pero la cuestión es que ocurre, antes de que puedas darte cuenta: sucede. Luego puedes intentar controlarlo y manipularlo, pero ya estás dentro de un punto de no retorno.  

La atracción es uno de los fenómenos mentales, por llamarlo de algún modo y que me perdonen aquellos que se dedican a estudiar la psique humana, y el comportamiento porque seguro que dan explicaciones más seguras y científicas que las mías. Digo entonces, que es uno de los fenómenos más interesantes a los que estamos, involuntaria e irremediablemente, expuestos. ¿No es divertidísimo?

 

¡Sin duda lo es! De pronto, empiezan a pasearse por tu cabeza impulsos naturales que se dejan llevar por una incontrolable imaginación; y ni puedes, ni quieres controlarlo. Tu cerebro se alimenta de esa emoción, de esa dosis de excitación, ¡y para eso nunca se cansa!, (Si es que en el fondo todos somos creativos, lo que pasa que hay gente a la que le cuesta exteriorizarlo).
Para qué engañarnos, todos lo hacemos: ahí, dentro de tu cabeza, pasan millones de aventuras, locuras, no hay barreras, ni censuras si se trata de algo que te atrae, y por ende que deseas ; pero la mayoría de ellas quedan encerradas entre tus muros, por eso te permites el lujo de seguir haciéndolo, y de llevarlo tan lejos como quieras, convirtiéndolo en formas que, quizás algunas veces, a viva voz serías incapaz de pronunciar. (Tal vez sea culpa de que nuestro cerebro vaya más deprisa, que la capacidad que tenemos para detenerlo, rebobinar, o tirar pa alante).

 

Luego hay gente que es capaz de dejarlo en ese punto, encerrado en su cerebro, tienen una capacidad de autocontrol, y de autoconvencimiento asombrosas, – eso es culpa de las costumbres adquiridas, las convenciones sociales aceptadas, el deber moral, las ataduras que elegiste, y todas esas cosas que van reduciendo tu libertad sin que te des cuenta, dejándole sólo espacio en un rincón de tu cerebro-. Sin embargo, lo divertido empieza a partir de ese momento: Toda atracción genera una acción, y toda acción una reacción, y en toda esa ecuación entran en juego el riesgo y la novedad, (otros dos aspectos que también nos despiertan una curiosa excitación. La vida sin arriesgar pierde su esencia, y sin novedad pierde el efecto sorpresa, la magia… pero a esto quizás me dedique otro día). En definitiva, que la letal combinación de todo esto desemboca en la posibilidad de conquistar al objeto de tu atracción, al motor de tu imaginación, aquello que deseas.

Si incluso sale en la Wikipedia: “El deseo —sea del tipo que sea— y su satisfacción, forman parte de la naturaleza humana. Satisfacer los deseos de forma adecuada implica el uso de la empatía para evitar agredir, y en consecuencia, provocar respuestas violentas en personas que, adecuadamente estimuladas, accederían sin problemas.”

¿No es una interesante observación? Sobretodo lo de adecuadamente estimuladas…

 

PD: Tengo curiosidad en ver cuantos visitan el post, por la curiosidad que provoca su título 😉

un video de regal!

 

Citació

“Hace unos días la casualidad nos llevaba 30 segundos de ventaja; ahora que llega al tiempo son mis palabras laa que llegan 30 segundos tarde”

Como si fuera la primera vez

Hace ya unos cuantos años, (el tiempo pasa demasiado rápido cuando lo miras en perspectiva), mi abuela me dijo: “Fes-ho com si fos la primera vegada”, es decir: “hazlo como si fuera la primera vez”. Esas palabras marcaron la diferencia a partir de aquél instante, y hasta ahora en mi manera de hacer las cosas. ¿Por qué me lo dijo? Porque estaba en un momento complicado, lleno de dudas y muy perdida.  Y como siempre, mi abuela tenía razón; por eso intento vivirlo todo como si de eso se tratara: ¡La primera vez! Con emoción y esa pizca de inocencia necesaria para absorberlo todo y poder empezar a aprender de lo desconocido, y de lo que crees que conoces.

 

Es una sensación difícil de explicar… Me dan muchísima envidia, sinceramente. Es una envidia sana, pero al fin y al cabo: ¡envidia!

Me explico: me encanta ver a gente que empieza, que compite por primera vez, que entra en el mundo paralímpico de pronto, y sin saber muy bien por qué, ni cómo ha llegado hasta aquí. Respiran lo real de todo esto, conocen historias nuevas de personas desconocidas: otros caminos, otras vivencias, y siempre apasionantes. Lo que para uno es su vida, para otro es novedad, y compartir eso es gratificante, a mi por lo menos, me ayuda a seguir haciéndolo todo como si fuera único, especial y novedoso.
El proceso que existe cuándo lo desconocido pasa a ser conocido es apasionante: una sobredosis de palabras, imágenes, ilusiones y emociones que deberán encontrar su sitio una vez pase el “efecto novedad”, tu cerebro adjudica a cada cosa un significado, lo asocia a tus vivencias y se convierte así en un recuerdo, en algo auténtico e intransferible; pasa a ser tuyo para siempre, ¿no es maravilloso? Entonces, ¿no es verdad que la mejor opción es hacerlo todo por primera vez?

De acuerdo, tenéis una parte de razón en lo que estáis pensando: “Es imposible”. Una vez pasa esa primera vez empiezas a andar sobre terreno conocido, tus pasos son más firmes, y tu rumbo puede variar según las inclemencias del tiempo, pero viajas en un navío seguro, y eres un marinero experto, así que no tendrás problemas para llegar al destino marcado. Bien, eso es verdad: la experiencia es una ventaja para conseguir tus propósitos; al dejar de ser “nuevo” creas tus propios recursos para adaptarte a la situación y seguir avanzando. El problema, a veces, es confundir las ventajas de la experiencia, con asumir que ya lo sabes todo, y lo tienes todo hecho. Hacer eso es un sinónimo de no haber aprendido nada. Además, si eso ocurre, dejas de disfrutar, y si dejas de disfrutar de lo que haces, ¡ya me dirás tú que sentido tiene hacerlo! Entonces tienes dos opciones: o cambiar tu actitud, o buscar algo nuevo que te motive. Las dos opciones son legítimas, pero en mi humilde parecer creo que debería ser obligatorio aprender a cambiar de actitud; aprender a hacer eso sólo nos trae cosas buenas, y la oportunidad de seguir aprendiendo y seguir saboreando algo que en otro tiempo veíamos como un producto agotado.