“Eres insoportable”

“Eres muy difícil de soportar y, lo siento mucho, pero ya era hora de que alguien te lo dijera…. Y puestos a ser sincero de verdad…. Miento, no lo siento. Hace demasiado tiempo que quería decirte esto y… mira, ya está dicho. Quizás no sea el mejor momento, o no sea la mejor manera…. Quizás nadie nos ha enseñado a decir estas cosas, por eso de la cortesía, o…. Quizás apelar al respeto le ha ido muy bien a la gente para no ser sinceros nunca y ahorrarse situaciones como esta, pero me parece mucho más respetuoso decírtelo ya, que no quedarme aquí aguantando tus desplantes y desprecios, una vez más; mirándote a los ojos y regalándote mi tiempo, mi paciencia…. Sinceramente, no me compensa. De verdad, soportarte es muy difícil”. Se levantó tranquilamente de su silla, cogió su chaqueta, dejó caer unas monedas en la mesa y se marchó, sin más… incluso le dijo adiós sonriente al camarero, (un tipo que debía ser sueco, y que había decidido poner un bar de estos “cuques” que tanto te ponen magdalenas multi colores y tés de todos los sabores, como las mejores copas de la zona… Además, había conseguido en muy poco tiempo que estuviera siempre lleno, pero en su justa medida). Ella se quedó sentada, recogió las monedas y siguió tomándose su cortado descafeinado en vaso de cristal, (las tazas, decía, que ensuciaban), con cara de que aquello que acababa de ocurrir no tenía nada que ver con ella.

Tenía casi cuarenta años y, por su forma de hablar, parecía que tuviera sesenta. Aunque, lo de la edad es bastante relativo y está demasiado sobrevalorado…. Más que nada, parecía ese perfil de personas que llegan a los sesenta y no están satisfechos ni de lo que tienen, ni de lo que está por venir. Lo que era francamente sorprendente, y por eso lo de la edad, es que no tuviera ningún tipo de pasión y de ilusión por su presente. ¿Tan joven y tan amarga?

Observé la escena detrás de mi libro, como todas las tardes desde que había empezado apretar un calor que hacía insoportable estar en la calle, y tuve que contenerme para no levantarme y aplaudir. Aquel tipo había aguantado demasiado tiempo….. y sinceramente, la vida pasa demasiado deprisa como para aguantar nada, aunque…. Desconozco sus motivos, algo le empujaría a haber tardado tanto en decirle que era insoportable con todas sus letras, ¿culpabilidad, compasión o comprensión? Fuera cual fuera el motivo, se habían quedado todos sin argumentos. Aquella chica no tenía mucha pinta de tener demasiados amigos, o quizás era sólo una forma de aparentar que ella se sola se sobraba y se bastaba para sobrevivir la vida, porque era demasiado cobarde para aceptar que también quería que la quisieran y que la aceptaran…. Sin embargo, sus miedos no justificaban su forma de tratar a la gente.

“Hay gente que parece que se levanta enfadada”, me dijo el sueco, que me traía un nuevo platito de cacahuetes; asentí cómplice. Mientras terminaba mi copa y jugaba absorto con los hielos, todo aquello me hizo pensar en lo mucho que nos cuesta liberarnos, despegarnos de algunas cosas…. Aún sabiendo que son dañinas para nosotros. Aquél chico era listo, lo había observado mucho, y era verdaderamente inteligente. Debe ser esa necesidad de pertenecer a algo, a alguien…. ¡Es curioso, todo el mundo quiere ser independiente, pero volver a casa y que la mitad de la cama esté ocupada!

Hacía un par de noches había visto una película francesa llamada “La délicatesse”, queda muy bien eso de decir una película francesa, ¿Cierto?…. Fue gnula.nu la página que la recomendaba; nada más empezar, el que parecía que iba a ser el prota tenía un enamoramiento a primera vista de un chico que entraba en un bar, y se decía a si mismo que si ella pedía un zumo de albaricoque la hablaría…. Si lo pedía de mango o papaya, no le diría nada, porque según su opinión, eso daba demasiado miedo. Obvio, era una peli, y la chica terminó por pedir el zumo de albaricoque…. Llegó Pablo y empezamos a marcar en el mapa la ruta a seguir para nuestro próximo viaje.

De refilón vi que aquella mujer seguía ahí, sentadita y quejándose al camarero de que el aire era demasiado frío.

 

Puto minusválido

Mi trayecto matutino de casa al trabajo suele ser como cualquier trayecto matutino de un ciudadano de gran ciudad que no dispone de vehículo propio, es decir: caminar, metro, bus y llegar. En una ciudad la media de trayecto son 40 minutos, vayas dónde vayas, con una oscilación de 20 en función del tráfico. Sin embargo, hoy no os iba hablar del tiempo, sino de una conversación robada en uno de esos trayectos matutinos.

Es verdad que yo soy muy dada a escuchar conversaciones ajenas cuando voy sola en transporte público, por deformación profesional se entiende, nunca por cotilleo, y por mi agudeza auditiva, obvio.

Bien, la cuestión es que en el bus que va desde Moncloa, al Consejo Superior de Deportes, siempre viajo acompañada de estudiantes de INEF o del módulo superior de actividad física y sus conversaciones con alta dosis de hormonación y testosterona propia de la edad. (A mi esas cosas ya no me pasan, que ya me acerco peligrosamente a los 30). La conversación de hoy la protagonizaban dos jovenzuelos, dentro de un grupo de estudiantes de INEF, y sonaba así:

  • … Por eso nunca me llevo mal con las chicas, porque me acaban mendigando!
  • Haha, que crack tío! Buah…. Yo todavía tengo que hacer la puta sesión de minusválidos, ¡Menuda mierda!
  • ¿Y qué vas a poner?
  • No se…. Alguna pelea entre un ciego y un sordo, o así… ¿Te imaginas tronco? Oing oig, haha (alterando la voz, forzando la gesticulación, y simulando dificultades en la pronunciación y el habla).

 

Mi reacción ha sido mirarles desafiante, acercarme el móvil hasta pegármelo a la cara, (cosa que tampoco es muy extraña para poder leer ciertas letritas), y volver a mirarles con una sonrisa.

 

Vamos a ver…. Primer punto: ¿Minusválido?, ¿En serio? Analicemos la naturaleza del término: menos válido…. ¿Menos válido para qué?, ¿Menos válido en relación a quién? Porque lo de menos y más, lo entiendo…. Entiendo que es la manera cuantitativa de comparar si tienes más o menos cantidad de algo: de dinero en el banco; más o menos comida en la nevera que ayer; más o menos ropa sucia que lavar; más o menos horas que entrenar o trabajar; más o menos días para unos Juegos Paralímpicos, o más o menos días para que se termine mi contrato…. Supongo que ya hemos entendido todos cómo usamos el más y el menos. Vamos con “válido”. Me he tomado la licencia de ver que opinaba la RAE:

Del lat. valĭdus.

  1. adj. Firme, subsistente y que vale o debe valer legalmente.
  2. adj. aceptable. Un argumento válido.
  3. adj. Dicho de una persona anciana: Que puede valerse por sí misma. U. t. c. s. Residencia para válidos.
  4. adj. p. us. Robusto, fuerte o esforzado.

 

Así pues, una persona que es minusválida es aquella que es poco firme, poco subsistente y que no tiene valor legal. ¿Estamos de acuerdo en eso?

¡Ojo! Debo pedir disculpas, he dado por hecho, que esos jóvenes del autobús, con lo de la “puta sesión de minusválidos” que debían desarrollar en una de sus asignaturas de la universidad, se referían a una sesión de deporte que pueda practicar cualquier persona. (O sea, cualquier ser humano, indiscriminadamente de su condición física, de sus características sensoriales, mentales, psicomotrices…), es decir: prestar atención en que la actividad sea accesible para todos los públicos; mientras que tal vez, con minusválidos se referían a…. A…. Hmmm….. Perdonad, no se me ocurre nadie que no pueda ser firme, subsistente y sin validez legal, ¿A vosotros? (tal vez un bébé cumpliría algunos de los requisitos no? O cualquiera de nosotros con alguna copa o droga de más, pero…. Algo me hace pensar que no se referían a ese tipo de público con ese término).

 

En definitiva, es un mal uso del lenguaje llamar minusválido a una persona con diversidad funcional, que es el término más de moda ahora mismo para etiquetar a aquellas personas a las que alguien en algún momento, decidió que era mejor marcar como diferentes al resto y que había que reafirmar y destacar esa diferencia como principal atributos, más comúnmente reconocido como, discapacitados. Lo que me cuesta de entender es esa necesidad de clasificar lo que no es “normal”, (distinto a lo que considera la mayoría), etiquetarlo y señalarlo…. Como todas esas cosas del deporte “adaptado”, el “deportista con discapacidad x”, o las asignaturas e incluso grados o másters, sobre la discapacidad y las necesidades educativas especiales, ¿A caso no necesita todo el mundo un trato especial y diferencial?, (Ese sería otro tema a discutir…. Porque sinceramente, la diversidad funcional en la educación también está contemplada desde el filtro de la normalidad y de la necesidad de integrar, y no dejando de lado cualquier tipo de filtro o de prisma, y contemplando únicamente las necesidades y capacidades de cada miembro del grupo):

 

El prefijo Dis- denota negación o contrariedad, con lo cual, hablar de discapacidad es negar la capacidad de alguien. Es cierto, que un ciego no tiene la capacidad de ver como la mayoría de la gente ve, y por eso, como la mayoría de la gente somos incapaces de comprender lo que es realmente no ver nada, (si es que eso existe en realidad, porque nadie ha podido demostrar que ve alguien que no ve como la mayoría de la gente. Aunque para circular sin chocarse con todo, es verdad que no se ve). Sin embargo, definir a alguien con una negación de la capacidad me parece de lo más ruin: Las palabras que usamos son las que definen el mundo en el que vivimos, el mundo que construimos, sus relaciones de valor y el respeto hacia todo aquello con lo que nos relacionamos.

Tampoco quiero extenderme más sobre ese tema, y menos cuando soy la primera en llamarme tarda, corki, cegatona y sus variantes…. Pero si me gustaría añadir una cosa: que nadie se sienta ofendido por no saber como tratar, o como hablar sobre la diversidad funcional, ¡Es normal! En una cultura que nos educa para buscar la perfección y el éxito, las diferencias son rarezas que difícilmente quedan bien aceptadas: por envidia, por miedo…. Quién sabe!

 

Más allá de esto, lo que quiero decir es que nadie sabemos cuales son las necesidades de los demás, ni las capacidades de los que nos rodean hasta que prestamos un poco de atención en descubrirlas.

 

En mi casa, por ejemplo, tuvimos que aprender lo que significaba no ver como la mayoría de los demás cuando un médico les aseguró a mis padres, que ese era mi diagnóstico, y os aseguro, que hoy día seguimos aprendiendo de ello. Pero lo que os puedo asegurar es que la más, o menos valía nos la curramos cada día tratando de hacerlo todo mejor que el anterior, tratando de aprender de las cosas que nos gustan y de las que nos disgustan.

 

Monólogo huidas

Me dabas mucha rabia.

Ya lo sé, no hiciste nada, sólo desnudarte, sincerarte y compartir conmigo todo lo que te daba miedo. ¿Pero… tenía que ser conmigo?

Te quitaste tus disfraces… Ya sé que no fueron todos… Pero a ti se te ve venir de lejos: Capas de pintura de esas que te protegían, las que mostraban el personaje que querías interpretar. Pero te lo quitaste todo. Decidiste abandonar por un momento tu papel….
Tu te desnudas y a mi me da rabia ¿Tiene sentido?

¿Qué por que me das rabia?

Pues…. Quizás porque tu desnudez era algo incontrolable para mí, desconcertante ¿Entiendes?.

Yo, que me tenía por una persona flexible, comprensiva y poco juiciosa, sin embargo desvelaste mi verdad aunque yo me resistiera a verlo. ¿Te diste cuenta?
Sinceramente, dudo que te dieras cuenta: soy experta en fingir: En fingir y en huir, ¿No te lo habían dicho, verdad?

Llevo escapando de ti muchos años. Vale, es cierto, quizás de ti no, pero de la gente como tu que, de esto… En fin.

Déjalo, da igual…. No lo entenderías.

¿Lo ves? Ya estoy huyendo otra vez… ¡Mierda! ¿No te das cuenta que la ambigüedad es mi mejor refugio? Piénsalo bien: cuántas cosas te he contado, cuántas veces te he dicho como me siento…. Y no es tu culpa, no te preocupes… no es que tu no escuches o que no me entiendas, o que siempre hables… Eso es una excusa, es sólo lo que yo quiero creer para justificar no mover ni un dedo cuando me das rabia. Me das rabia porque digo que eres egoísta…. No te enfades.

Lo siento…. Ahora podría irme, como siempre, dejar que pasara un tiempo, y ya está, todo estaría.

Egoísta lo soy yo, que dejo que tu te desnudes y no hago nada.

No hago nada.

No estoy enfadada contigo, estoy enfadada conmigo, con mi estupidez y con mi cobardía…. Con mi pretender que entiendas lo que quiero que entiendas sin hacer nada.

Seré tonta… ¿Y cómo lo vas a hacer, por inspiración divina? Y encima, tengo el morro de decirle a la gente que sea valiente, que nuestra actitud es determinante…. ¡Y tanto que lo es! Sino mírame a mi. Yo…. Que no hago absolutamente nada.

Me refugio…. Escribo y me escondo. Fantaseo y me escondo. Imagino y creo que con eso ya es suficiente, que eso ya me complace.

Soy incapaz de jugármela, incapaz de decirte que el día que te rompiste delante de mí no tuve el valor de abrazarte y que el día que te fuiste sabía que te echaría de menos, pero no dije nada; No dije nada porque sabía que podía llegar a quererte. Y no hice nada. Era mejor no hacer nada… Y luego digo que eres tu el egoísta…. Que arrogante puedo llegar a ser, ¿No crees?

No hace falta que contestes… Bueno, haz lo que quieras porque realmente pidiéndote que no hables voy a seguir huyendo.

Pero espera un momento, hay algo más…

¿Te acuerdas del desayuno? Tienes que acordarte…. Tu y yo no hemos desayunado tantas veces, de hecho sólo una.

Creo que ese día empecé a huir ¿Lo notaste? Si… ese día empecé a huir: hice una lista mental de “no’s”. No te rías, eh… Sabes que puedo hacerlo, y muy rápido

Quizás sea porque una vez sufrí mucho. ¿No te lo he contado nunca? Creo que me lo he contado a mi tantas veces que ya empiezo a dudar de mi propia historia… Ese es otro lugar al que me refugio. No sé si es que aún no me he perdonado algo de aquel momento… la cosa es que aprender aprendí: Aprendí que la “próxima vez” decidiría, me escucharía, respetaría mis límites y mis ritmos. Pero a lo mejor, lo que pasó en realidad, es que me convencí a mi misma de que “la próxima vez” lo haría así, pero tuve tanto miedo de no saber hacerlo que empecé a huir de cualquier situación, persona o circunstancia que implicara tener que poner mi decisión en práctica. ¡Vaya a ser que me equivoque! Yo, doña perfecta….

Pues ahora me doy cuenta de que no aprendí nada! Escurrí el bulto… y ya está. Cómo una vez que rompí el pomo de una puerta que intenté disimularlo, y…. Bueno, eso es una tontería que ya te contaré en otro momento.

Puede que ya te esté contando demasiado ¿No crees?

Deberías saber que es lo que me hizo huir aquél día, el motivo de la rabia. Yo tampoco lo entendía al principio, hasta que me di cuenta… La protección.

Si… tu, tu…. Tu desprendes eso…. No sé como explicártelo: Con sólo mirarte sé que no va a pasar nada malo Eres de esa clase de hombres que en sus ojos ves respeto… y eso me molestaba profundamente…. ¿No lo entiendes, no?

No sé porque digo “esa clase de hombres”, puestos a ser sinceros, eso no me había pasado nunca antes.

Ahora… no sé que eres, quizás no seas nada, quizás sólo seas el producto de la película qu he ido construyendo, el producto de mi refugio, pero…. Pero siento que podrías serlo todo, que podríamos ser “nosotros”.

¿Sabes lo que me da miedo de esto? Estar volviéndome un poco loca… Ayer mismo escuché tu nombre en 3 lugares distintos, y el corresponsal en no sé que país en el telediario se llama igual que tú. Te aseguro que no tengo ni la más remota idea de lo que contaba que pasaba en ese país, porque me quedé idiota pensando: “mira, como el”. Eso de ver señales… que al final ves lo que quieres ver y te parecen señales lo que estás dispuesto a que te lo parezcan, ¿no crees? Pero es que… creo que me estoy pasando. Luego dicen que el amor es un estado de locura transitoria…. Ya claro, venga…. Pero dónde está el límite de esa locura. Crees que alguien dice todo lo que siente de verdad….

Creo que podría decir que me he convertido en una asesina en serie de todos mis demonios; para aceptarte a ti, he tenido que aceptar muchas cosas mías.

Nosotros…. Es bonito ¿no?

Vaya, vaya…. !Que allí no hay playa!

DSCF2600

Llegó el día en que las decisiones que tomas te llevan a marcharte y a alejarte de aquello que más quieres para acercarte a aquello que aún está por construir.

¡Me voy a Madrid a trabajar! Esta es la quinta mudanza que hago en los últimos 18 meses y he decidido que sólo me voy a llevar una maleta, (maleta que debería estar haciendo porque me voy hoy y no tengo nada recogido). Lo demás ya vendré a buscarlo un día de estos… Ya veis, todavía no me he ido y ya estoy justificando la vuelta.

Soy consciente de que estoy a un golpe de tren, sin embargo, el hecho de perder la rutina me acojono un poquito. ¿Será por lo de “el roce hace el cariño? Hay roces, que por más distancia que haya ya están muy encariñados, pero hay otros, (como el del guapo e interesante tipo que… que faltará algo quizás…. ).

Seguramente lo que me pasa es que soy tan egocéntrica que me irrita profundamente que la vida continúe sin mi en Barna. (Ya lo descubrí cuando me fui a vivir a aquél país tan y tan lejano, hace tantos y tantos años llamado CAR de Sant Cugat dónde, por sorpresa mía, la vida no se detuvo ante mi cambio). Entendedme: dejar de sentirse omnipresente para alguien controlador como yo no es tarea fácil.

O, tal vez, lo que me ocurra es que tenga un poquito de miedito a esta vida nueva que he elegido tener en los próximos tiempos y por eso me aferro a lo que ya conozco y a lo que dejo aquí.

Total, que no me voy a la china…. Lo único es que no hay playa, que el calor es muy potente y los atascos bastante más densos…. Para todo lo demás sólo quiero disfrutarlo, exprimir esta nueva aventura y aprender todo lo posible. Y… que para poder cantar aquello de: “Tornar, sempre és la millor part de l’aventura” hay que irse muchas veces.

Se los ha comido el perro

Si no he escrito antes este post es porque las musas todavía no habían llegado, el ordenador no tenía batería, se me había roto una uña…. (Esa no, que para el que me conozca sabe que no cuela mucho…). Sin embargo podría añadir un millón de cosas, más o menos creíbles, que justificarían el simple hecho de que no le dedicara el tiempo y la energía que requiere escribir.

Por ejemplo: ahora mismo acabo de abandonar la elaboración de la tesis de mi máster porque me resulta absolutamente aburrido escribir un tocho universitario; con sus protocolos, sus marcos teóricos y un sin fin de formalidades que no consiguen reclamar mi atención. Sé que es mi obligación hacerlo antes de cierta fecha, pero se que quería acabar este post primero.

Espero que no me surjan más inconvenientes para terminarlo, pero es que la vida es así de impredecible: ¿A quién no se la derramó un vaso de agua en los deberes, o ese día te tocaba en casa de tu padre y te habías olvidado la carpeta en casa de tu madre? Eso son cosas que pasan, ¿no?, accidentalmentes como que una llamada telefónica de tu amiga que necesita quedar contigo urgentemente y que hizo que dejaras de inmediato aquello que estabas haciendo.

Pero tenemos que entenderlo: el poner excusas es una habilidad adquirida y aceptada a nivel sociocultural: ¿como me explicáis sino lo de “Si yo tuviera una escoba cuantas cosas barrería”?, ¿O esos dolores de cabeza insoportables que aparecen repentinamente en momentos muy poco oportunos?, ¿Y aquella comida familiar ineludible?

Luego está la más común de todas: “No he tenido tiempo”. ¿¿Cómo?? ¡Que yo sepa todos los días del año, incluso los bisiesto, tienen 24 horas! En todo caso, sería más correcto decir: “He tenido tiempo, pero no he querido dedicarlo a esto”, ¿No creéis?

Personalmente, creo que para lo único en lo que no he usado excusas es para alcanzar mi sueño: Estar en unos Juegos Paralímpicos y conseguir una medalla. Es verdad que la medalla la rocé unas cuantas veces, pero eso me sirvió para aprender a disfrutar de cada día y para valorar la fuerza que me daba ese mismo objetivo. La confianza en el trabajo bien hecho, en el equipo que lo hacía posible y en que lo conseguiría fueron suficientes para no inventar excusas para trabajar por ello.

Sinceramente, cuando nos descubrimos usando un “es que…”, o un “ya, pero….” Y culpamos al destino, a los demás y a las circunstancias de lo que ocurre y así no movernos de nuestra bendita zona de confort lo único que hacemos es sucumbir al miedo: ni te engañas a ti mismo, ni engañas a los demás, sólo huyes de lo que de verdad importa.

Soy muy consciente de que hay zonas de mi vida en las que me siento más segura en las excusas, sería necio negarlo. Son rincones en las que sé de lo que estoy huyendo, pero también estoy convencida de que voy a dejar de hacerlo porque si sabes lo que quieres conseguir es mucho más fácil confiar y no hay excusas que valgan.

¿Qué es un Trainer Paralímpico?

Como ya habéis visto los que me seguís en Redes Sociales, el fin de semana pasado presentamos el proyecto:”Trainers Paralímpicos” en la sede del CSD en Madrid.

Hace unos meses, cuando me preguntaron desde el PROAD si estaba interesada en participar en una sesión formativa sobre herramientas y estrategias de la comunicación lo vi como una oportunidad para aprender, sí, pero la verdad es que en ese momento ni me imaginaba, y creo que ninguno de nosotros, en qué desembocaría aquello. De hecho creo que seguimos sin ser muy conscientes, pero la gracia es precisamente esa: empezar algo con tanta confianza que no te planteas dónde está el límite.

Quizás sea concretamente eso lo que nos une: Somos discapacitados, discapacitados en ver y poner límites.
Por si hay alguien que no conozca ese tipo de discapacidad os lo voy a explicar: La Discapacidad a los límites es aquella afectación que no te permite ver que hay algo que no puedes conseguir, te incapacita para poner un tope o barrera en tus objetivos, tus sueños, tus relaciones y cualquier aspecto de tu vida en general.

Luego, existe otro tipo de gente: la Capaz de poner límites. Se trata de una afectación generalmente mental, que te incapacita para perseguir sueños, seguir confiando y seguir creciendo. Es decir, afecta a aquellas personas que se ponen barreras, o bien antes de empezar en el caso de capacidades severas, o a una distancia prudente para evitar cualquier posibilidad de heridas y frustraciones, en capacidades más leves.

Seas discapacitado de limites, o capacitado de ellos, no te preocupes, quédate tranquilo que ese es un síndrome muy transitorio y común en todos los seres humanos en algún momento de su vida, pero nadie se queda a vivir ahí para siempre, y menos aún si conoces a un Trainer Paralímpico o tienes la fortuna de trabajar con alguno de ellos.

Tal vez estarás pensando…. ¿Y a esta mujer que le ha dado ahora con tanta pedantería? Pues como diría uno de mis compañeros Trainers: “La humildad no es sinónimo de sinceridad”.

“¿Qué tenemos los Trainers? “ Se preguntaban algunos…. Y sin querer que esto se parezca a aquél anuncio del cupón, (¿era del cupón, verdad?), voy a contestar a esa pregunta:

Tenemos el habernos equivocado muchísimas veces: errores en los que el precio a pagar era muy alto, pero el aprendizaje de ello muy superior, también nos hemos acojonado más veces de las que la gente se cree; nuestras peores pesadillas y nuestros peores fantasmas los hemos combatido con confianza en nuestro equipo y en nosotros mismos. Tenemos muchos planes A e infinidad de planes con las demás letras del alfabeto porque en nuestra experiencia nada suma nunca cuatro: hay lesiones, retiradas forzadas, cambios de entrenadores, pruebas que se eliminan de tu calendario, decisiones federativas que escapan de tu control, pinchazos de ruedas, rotura de bañadores, caídas de testigos absurdas en los momentos más decisivos… Tenemos una larga lista de fracasos y frustraciones detrás de éxitos e ilusiones. Tenemos una tremenda facilidad para construir sueños y diseñar los planos para que se aguanten y se hagan realidad.

Podría continuar, pero voy a dejar el resto para que os atreváis a descubrirnos.

Pero no me gustaría cerrar este post sin decir lo más importante que tenemos: y es que contamos con un equipo de personas que confían en nosotros, que hacen posible que todo esto sea real, nos ayudan a mejorar y a perfeccionar nuestro trabajo.

Visita nuestra web:

http://trainersparalimpicos.fundaciononce.es

Te lo diré todo

Mucha gente coincide en que comunico bien, que logro transmitir las emociones, que plasmo bien la idea, que tengo una buena intuición y que todo eso me conecta con la gente y consigo llegar, emocionar.

Eso dicen, si. Y yo muchas veces me lo creo y dejo que mi ego vaya cogiendo quilos y más quilos, así no escucho esa otra vocecita, que suele ser más lista que el ego, pero como es lógico, menos pretenciosa.

Os aseguro que creía que había aprendido a compartir esas cosas mías; mis rarezas. Pensaba que perder mi ojo derecho hace poco más de un año me había hecho comprender que compartir miedos, temores, mal estar y dudas era la clave para avanzar, crecer y construir des de una base sólida.

Se ve que eso aún no lo hago del todo bien… Si es cierto que aprendí a dejarme consolar, a llorar y a mostrar cierta dosis de fragilidad al mundo y a pedir y recibir esos abrazos que lo reconstruyen todo.

Sin embargo, hay un tema no resuelto en toda esta situación: No soy capaz de explicar a quién quiero por qué me siento mal, qué me está preocupando y que es lo que me incomoda; y eso se traduce en mal humor, mudismo repentino y la idiotez más profunda.

Y hoy, y aquí aparece la solución a este problema: Mis debilidades. Resulta que sigo pensando que no son cosa mía, (o quizás ya pueda empezar a decir que “pensaba que no eran cosa mía”).

Cuesta llegar a la conclusión de que uno no “es débil”, sino que “tiene debilidades”. Atentos al matiz porque es importante: El que siente que es débil y no se lo permite tiende a esforzarse para mantener las apariencias, mantenerse fuerte ante el mundo. O al menos eso es lo que he hecho yo durante todos estos años.

También hay quien se lo cree tanto que deja de luchar por lo que quiere y se deja llevar por la corriente.
No obstante, el que sabe que tiene debilidades es capaz de aceptarlas, de reconocerlas y seguir respetándose y queriéndose pese a ellas.

¿A que es mucho más fácil des de ese segundo punto de vista dejar de ser superman o superwoman de tu vida?

Y yo pensando que el mundo me necesitaba para salvarlo de sus miserias: ser su paño de lágrimas y su bufón. Suerte que me he dado cuenta a tiempo, ahora que aún soy joven, y así me voy ahorrando la crisis de los 30…

Creo que el siguiente paso es dejar de escribir esto y agradecerle a mi blog su función terapéutica para acercarme al sofá y a esa persona que tanto me quiere y permitirle ver mis miedos, mis dudas y mis rarezas.

No será un gran paso para la humanidad, pero si habré aprendido a comunicar más allá de mi trabajo, en mi vida personal.

abrazo

Y temblaba y repetía: “Que no acabe nunca”

 

Hoy, que hace 2 años justos de mi particular 4º puesto en Londres2012 tras un 100m mariposa increíble y todas sus consecuencias me decido a escribir esto. Reúno el valor suficiente para poner en palabras aquello que hace tiempo que ronda mi cabeza, pero que me resulta tan difícil de ordenar en un papel.

¿Sabes esa típica frase de: “Te quiero, pero no podemos estar juntos”? Pues esto es así ahora, ¡Nuestra relación llegó a su fin!, (o eso es lo que siento en estos momentos).

El hecho de que hayan retirado mis pruebas del calendario paralímpico de Río2016 y me hayan retirado la beca que me permitía entrenar, (a pesar de mi 3er puesto en el último Europeo y las 2 medallas del Mundial del año anterior), ha influido a tomar esta determinación, pero no es el único motivo.

Este ha sido un año muy duro, con una pérdida de visión muy importante a la que todavía le estoy pillando el truquillo y que no me ha permitido entrenar al nivel al que estoy acostumbrada. Sin embargo he podido disfrutar del pasado Campeonato de Europa compitiendo tan fuerte y con una sonrisa imborrable para sacar lo mejor de mí. He podido compartirlo con mis compañeros, con mis amigos, con mi familia y vivirlo con la sensación de estar exprimiendo al máximo cada minuto de cada día. ¡Os aseguro que esa es una sensación increíble! Me motiva para seguir haciendo lo mismo a partir de ahora.

Me despedí dando el relevo generacional que corresponde, desando a mi rival que disfrutara de ese momento, que le iba a dar fuerzas para los momentos duros venideros, que los habrá. Recibí el calor y el cariño de los míos, y de los que no son tan míos, el apoyo de la gente que valora el trabajo realizado, y las felicitaciones de rivales de otros países que elogiaban mi carrera y los años compartidos. Me siento afortunada de haber podido compartir y transmitir la alegría y la importancia de divertirse y disfrutar: tanto durante la dura temporada de entrenamientos, como en la competición, (Cuando el trabajo ya está hecho, y dónde más me ha costado a mi aprender eso).

Miro atrás, y conteniendo la respiración para que las lagrimillas no se escapen de mis ojos todavía, veo un largo camino andado, lleno de aprendizajes: Aprendí a descubrir mi valentía y mi pasión, a organizar mi tiempo, a trabajar duro, a ser constante y determinada. Aprendí a levantarme, a confiar, a compartir, a comprender… Descubrí el amor y el desamor, la amistad que nunca acaba, pero también la traición, la competitividad y soportar momentos de máxima presión. Aprendí a sonreír frente lo malo y a quedarme sólo con lo bueno. Incorporé la magia como eje central de mi vida, como una palabra que me inspiraba y me definía, un sin fin de experiencias y aventuras que no caben hoy aquí.

Pero no ha sido hasta hace bien poquito que descubrí lo más importante: La persona en la que me he convertido, con mis gracias y mis defectos, es la misma esté fuera o dentro del agua. Antes pensaba que mi deporte me definía, me componía y sin él perdería toda identidad y eso me aterraba.

Seguramente, ese miedo, era el que no me permitía abandonar este mundo fantástico y mi zona de confort, pero ahora me siento valiente para enfrentarme a esta nueva etapa, y poder descubrir dónde enfoco toda mi pasión, buscando nuevos retos, proyectos y fuentes de adrenalina y diversión.

Sólo me queda dar las gracias a todos los que me habéis acompañado todo este tiempo, los que están y los que ya no están, pero os agradezco que me hayáis ayudado a crecer, a aprender, a creer y a crear sueños conmigo.

 

Siempre agua,

 

Carla 🙂  

 

“Te quiero”

Tal vez ha llegado el momento de confesar todo lo que siento. Creo que puede ser la manera de avanzar, y salir de ese lugar en el que me he escondido.

Es tan fácil como decir: TE QUIERO.
¿Qué por qué no te lo he dicho nunca? Quizás lo haya dicho de muchas otras formas…
El miedo: ese virus tan potente, que tanto paraliza como activa tus sentidos.
Besarte, abrazarte, aunque ya sé lo que es, es lo que necesito. ¿O necesitamos?
Me gustaría pensar que eso es lo que necesitamos. Creer que ese “te quiero” nos sirve a los dos, que es una flecha en doble sentido, un orden de productos que no altera el resultado.

Y me siento tan ridícula y tan absurda queriéndote. ¡Es algo tan tonto! Llegó sin darme cuenta…. No quise quererte en ningún momento, has de creerme. Hasta que me di cuenta de que ya lo estaba haciendo, y hasta que me di cuenta de que poca cosa podía hacer al respeto.
No te quise cuando te vi por primera vez, ni te quise cuando hablé contigo por primera vez. Te quise después, muchísimo después. Te quise cuando aprendimos a compartir la magia, a conectar a quilómetros de distancia, a entendernos sin comunicarnos, a estar ahí antes de necesitarlo.
Pero de pronto dejamos de compartir y de aprender: Tuve tanto miedo que dejé que pasara todo, que pasara el tiempo y se disimularan lentamente todas las señales y pistas de este sentimiento.

Por miedo si, y por cobardía también. Por cobardía escribo y no hablo, y por cobardía invento, fantaseo y juego a dejar que nunca sepas si esto que escribo es cierto o es un producto de mi imaginación desbordante. Dejo que nunca sepas si estoy hablando de ti, de otro. o del simple deseo.

Hace unas semanas aprendí que me seduce vivir valiente y con pasión, y me seduce quién vive su vida de esa misma manera. Desde aquí reconozco que yo no supe hacerlo así contigo. Desde aquí me comprometo a hacerlo así a partir de ahora, pero quizás, ese ahora, ya no sea un contigo.
Tal vez estoy entendiendo que necesito despedirme; desprenderme de ti y de todo esto. Quiero aprender y atreverme a querer valiente y con pasión. Quiero aprender y atreverme a compartir y a comprender todos mis miedos, mis dudas, mis debilidades. Quiero aprender y atreverme a sentir todo eso de lo que estoy huyendo desde hace tanto tiempo. Quiero aprender y atreverme a vivir nuevos sueños, a soñar nuevos retos. Por eso, y sólo por eso, pongo un punto a todo esto.